Definitivamente uno de los retos más grandes en mitad de esta lucha es reconocer y agradecer las bendiciones que te rodean.
A veces tu mente se oscurece de tal forma que no te permite ver la luz que hay alrededor tuyo.
Porque si te pones a mirar todo son bendiciones, hasta los momentos difíciles también lo son.
Hay que recordar pedir las bendiciones, como por ejemplo cuando estamos a punto de ingerir algún alimento. Una amiga muy querida me enseñó que cada vez que comamos debemos bendecir la comida y solicitar que se bendiga a la persona que la sembró, que la preparó, que la sirvió y a quién la está consumiendo.
En definitiva, esta vida es una vida llena de bendiciones.